¿Hipócrita yo? alguna vez te han dicho “hipócrita”. Hipocresía: dícese de fingir cualidades o sentimientos contrarias a lo que verdaderamente se tiene.
Hipócrita es el que dice tener una vida distinta, a la que verdaderamente tiene. Hoy día, la hipocresía tiene un tinte distinto. Un día yo puedo estar triste, puedo estar aburrido, puedo estar, tal vez, necesitando la compañía de alguien y, ¿que es lo que hago? Subo esa foto que me tomé en la playa en la cual todo era felicidad, dicha y además arreglada con colores particulares, no cierto, con un tono y con un comentario playero espectacular ¿De verdad eso va a representar lo que yo estoy viviendo hoy?
Se ha vuelto algo totalmente normal que tratemos de dar una imagen perfecta en las redes sociales, de mostrarme siempre feliz, siempre con el comentario muy centrado o, tal vez, con una posición muy fuerte. Aquellas personas que no son vulnerables. Aquellas personas que no tienen defectos. Aquellas personas que, tal vez, un día se sienten contentas y otro tristes. No, no existen acá. Hay que mostrar la imagen que a mí me gustaría que los demás tengan de mí y por eso nos convertimos en hipócritas digitales. ¡Sí! ¡Escuchaste bien! Hipócritas digitales.
Para explicarte voy a usar una figura que, tal vez, es conocida para todos. Instagram. Tomó una foto y de ahí empiezo a ver cuál es el filtro adecuado para esta fotografía. “Mmm…no…no…pue…mmm…no…mmm…¡ah!…este sí, ahora quedó perfecta”. Y vivir la hipocresía digital trae tres consecuencias que son muy importantes a considerar:
La primera, yo empiezo a añorar la vida que muestro en las redes sociales para mi propia vida, por lo tanto, me decepciono de mi vida real, me decepciono de lo que vivo y me gustaría estar siempre en esa playa, siempre en esa celebración, siempre feliz, siempre así, siempre asa, pero en el fondo, no estoy preocupado de ser auténtico.
En segundo lugar, a los demás les expresó algo que no es verdaderamente lo que soy. Tal vez, es una parte o tal vez, es una parte con hartos filtros y, en el fondo, ellos terminan creyendo que yo soy la imagen, por ejemplo, que proyectó en Facebook y no la persona que verdaderamente soy.
Y la tercera, es que como hay otras personas que también viven esta hipocresía digital, yo empiezo a creer que la realidad es como la veo en Facebook o la veo en Instagram y yo empiezo a creer que todos son felices, que todos tienen mejores posibilidades que yo, que todos van todos los días a restoranes espectaculares, comen las mejores comidas, visitan los mejores campos, montañas, playas, tienen los mejores autos…Podemos sacar muchas cosas y, en el fondo, empiezo a decepcionarme de mi vida porque no parece ser lo bacán, lo bonita, lo entretenida que es la vida que yo veo o pienso o creo engañadamente que los demás tienen.
¿Cuál es el remedio? ¡Muy sencillo! Autenticidad…¡Autenticidad! ¿Qué quiere decir eso? Tienes que mostrarte y dejarte ver como Dios te ve, como la persona que de verdad eres y segundo, atrévete a vivir más afuera de las redes sociales, sal, conversa con las personas, conoce lugares nuevos, en el fondo, vive una realidad sin filtros donde tú puedes ser auténtico, tú puedes ser auténtica y de verdad vivir la libertad de los hijos de Dios.
© 2017 – P. Sebastián Correa Ehlers para el Centro de Estudios Católicos – CEC
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